jueves, 7 de agosto de 2014

TIRANTE EL BLANCO, Joanot Martorell y Martí Joan de Galba

  • Espasa Calpe, Clasicos castellanosVersion castellana impresa en Valladolid en 1511 de la obra de  Joanot Martorell y Marti Joan de Galba
  • Edicion, introduccion y notas de Martin de Riquer de la Real Academia Española
  • 5 tomos, tomo I 312 pags, tomo II 405 pags, tomo III 367 pags, tomo IV 284 pags y tomo V 275 pags.
  • Año 1974, 18 x 12 cm



Monumental novela, originalmente escrita en valenciano y traducida al castellano de principios del siglo XVI, en cinco tomos, estructurada en cinco libros, escrita por el caballero valenciano Joan Martorell, aunque  terminada por Martí Joan de Galba. El libro me ha gustado mucho por diferentes motivos, y me ha suscitado reflexiones e ideas. Anoto aquí algunos pensamientos que me ha sugerido:

Muere el héroe antes de alcanzar su gloria o después de haberlo hecho de forma privada, ideal, religión, invocación a todos los pecados, justificación vital en el todopoder, ajeno a suerte o a méritos o a conocimientos médicos; fortuna, amor a primera vista, justicia caballeresca, deseo desglosado entre líneas, polvo, riquezas descritas sin mesura, belleza piramidal, la Princesa en la cúspide, el protagonista salvado por su hermosura, y por sobre todas las cosas, la palabra, el lenguaje traducido del valenciano a principios del XVI, la etimología de las palabras a medio formar, la exquisita colocación de algunos vocablos, decenas de historias ramificándose, imágenes de la batalla, ejemplaridad, sentencias de la sabiduría acumulada por siglos de humanidad, héroes, ermitaños, asuntos religiosos, reinados, guerras por una mujer, la honra, la transgresión de la honra o la promesa matrimonial mutua eximente de toda deshonra. Plagio de algunos párrafos de obras contemporáneas, el deseo y el sentimiento debilitan al héroe y tal vez lo resucitan, el valor es ajeno al amor, orden de caballería, la astucia de la guerra nunca es la misma, fraternidad y clan, el arrojado capitán claudica en el amor, inocente y párvulo, beato, alejado del conocimiento del sexo. En la cúspide de la pirámide está la belleza suprema, la que más adornos posee, la que apenas se deja entrever, en una edad que ahora nos parece escandalosa: catorce años. Hay heridas y secuelas, y la fortuna por doquier, una tempestad, un naufragio, el tiempo de un asedio o de una conquista es elongado o contraído por el narrador que a veces decide evitar los pormenores y otras se detiene morosamente en los detalles de la gran mortandad de una batalla. La emperatriz se enseñorea de su amante, al que literalmente encierra y encama, un siervo amado, un futuro emperador, digno capitán y caballero, mas sirviente enamorado. El héroe nace en la historia y pasa a la posteridad en la narración, en el recuento de sus gestas, de las hazañas bélicas. Un subterfugio permite conocer carnalmente a su amada antes de su muerte, sobre la que hoy especularía un médico: ¿apendicitis, el bazo, el hígado? El autor lo despacha con un dolor aparecido de repente en un costado que enseguida se muestra mortal, pero la agonía da lugar a cartas de despedida, testamento y oraciones. Los médicos (físicos en la novela y en la época), apenas tienen remedios para las heridas; la suerte resulta crucial en cada batalla, y Tirante se enfrenta a cientos de combates y sale victorioso de todos".






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