miércoles, 20 de agosto de 2014

SolitarioS, José Manuel de la Huerga

Novela
MenosCuarto Ediciones
2013
218 páginas
En este libro compuesto por dos relatos largos, Ultramarinos El Pez de Oro y Naipe de Señoritas, José Manuel de la Huerga los hace confluir en un mismo escenario Barrio de Piedra, una ciudad castellana anclada a finales de los años 60 quizás los primeros 70 del siglo pasado, con topónimos que nos hacen evocar principalmente Zamora, pero con reminiscencias de otras ciudades vecinas. Pese a que en un momento dado se cruzan los personajes en Naipe de Señoritas, los dos relatos son independientes y con un estilo de escritura muy diferente: si en Ultramarinos, el estilo es muy poético, con elipsis que el lector debe rellenar, y con metáforas y evocaciones de lectura "no para cualquiera", en Naipe todo está narrado con linealidad, con prosa diáfana de fácil lectura. En común, además del escenario principal, poseen un trasfondo de juego de naipes, con un uso distinto en cada una de las dos narraciones: quizás cartomancia contra fetichismo. En todo caso la baraja es el consuelo de dos personas tristes al principio de cada narración, personajes solitarios que después ya no lo son tanto, redimidos al menos por la presencia de sus hijos, hijo e hija respectivamente en cada relato, muy peculiares ambos, quizás fuera de lo común.
Me han gustado ambos relatos, por motivos diferentes. El primero por el lenguaje, por la resonancia pessoana en sus personajes y en el escenario lisboeta, por algunas imágenes de mucha belleza; quizás me gustó menos la irrealidad de todo lo que pasa, la perfección con que se cierra cada uno de los asuntos (el viaje de Berta, el que siempre caiga de pie, el intento de suicidio de Mada sin éxito, el extravío de Cachelo encontrado con éxito,...), aunque se muestran abismos posibles, soledades, perfidias humanas en el entorno de una gran ciudad como Lisboa, finalmente todo resplandece. En el segundo me pasó al revés: la figura de soltero empedernido, casposo y con olor reconcentrado de sudor de Félix, desarraigado social como dice el propio autor en su epílogo, empezó a disgustarme, pero la idea coincidente de cambios sociales en la ciudad con la aparición de una de las chicas del naipe y la suerte definitivamente cambiante del protagonista, me parecieron muy acertados en la narración. Me gustó menos quizás también el cierre tan redondo de cada uno de los asuntos planteados en la novela. No obstante la imagen de la ciudad de provincias en los úlitmos años de la dictarura está perfectamente descrita, y los sentimientos de los protagonistas, sus motivaciones, la visión que de ellos tienen los demás me ha interesado mucho.
En ambos relatos el sexo cobra un papel muy importante, cambia la vida de los personajes (Solitarios) principales en cada una de las narraciones; es una epifanía para ambos, para Berta y para Félix, los hace acceder a mundos distintos: a Berta a uno imaginario y un tanto onírico, y a Félix a una deseada felicidad conyugal
En resumen, se trata de un libro con dos relatos de características muy diferentes, poseía frente a realismo social, plagasdo de detalles hermosos, de personajes reconocibles que se quedarán durante bastante tiempo en mi cabeza, con ideas por doquier, y quizás, en mi opinión, cerrado todo con demasiada pulcritud, con demasiada perfección.

jueves, 7 de agosto de 2014

TIRANTE EL BLANCO, Joanot Martorell y Martí Joan de Galba

  • Espasa Calpe, Clasicos castellanosVersion castellana impresa en Valladolid en 1511 de la obra de  Joanot Martorell y Marti Joan de Galba
  • Edicion, introduccion y notas de Martin de Riquer de la Real Academia Española
  • 5 tomos, tomo I 312 pags, tomo II 405 pags, tomo III 367 pags, tomo IV 284 pags y tomo V 275 pags.
  • Año 1974, 18 x 12 cm



Monumental novela, originalmente escrita en valenciano y traducida al castellano de principios del siglo XVI, en cinco tomos, estructurada en cinco libros, escrita por el caballero valenciano Joan Martorell, aunque  terminada por Martí Joan de Galba. El libro me ha gustado mucho por diferentes motivos, y me ha suscitado reflexiones e ideas. Anoto aquí algunos pensamientos que me ha sugerido:

Muere el héroe antes de alcanzar su gloria o después de haberlo hecho de forma privada, ideal, religión, invocación a todos los pecados, justificación vital en el todopoder, ajeno a suerte o a méritos o a conocimientos médicos; fortuna, amor a primera vista, justicia caballeresca, deseo desglosado entre líneas, polvo, riquezas descritas sin mesura, belleza piramidal, la Princesa en la cúspide, el protagonista salvado por su hermosura, y por sobre todas las cosas, la palabra, el lenguaje traducido del valenciano a principios del XVI, la etimología de las palabras a medio formar, la exquisita colocación de algunos vocablos, decenas de historias ramificándose, imágenes de la batalla, ejemplaridad, sentencias de la sabiduría acumulada por siglos de humanidad, héroes, ermitaños, asuntos religiosos, reinados, guerras por una mujer, la honra, la transgresión de la honra o la promesa matrimonial mutua eximente de toda deshonra. Plagio de algunos párrafos de obras contemporáneas, el deseo y el sentimiento debilitan al héroe y tal vez lo resucitan, el valor es ajeno al amor, orden de caballería, la astucia de la guerra nunca es la misma, fraternidad y clan, el arrojado capitán claudica en el amor, inocente y párvulo, beato, alejado del conocimiento del sexo. En la cúspide de la pirámide está la belleza suprema, la que más adornos posee, la que apenas se deja entrever, en una edad que ahora nos parece escandalosa: catorce años. Hay heridas y secuelas, y la fortuna por doquier, una tempestad, un naufragio, el tiempo de un asedio o de una conquista es elongado o contraído por el narrador que a veces decide evitar los pormenores y otras se detiene morosamente en los detalles de la gran mortandad de una batalla. La emperatriz se enseñorea de su amante, al que literalmente encierra y encama, un siervo amado, un futuro emperador, digno capitán y caballero, mas sirviente enamorado. El héroe nace en la historia y pasa a la posteridad en la narración, en el recuento de sus gestas, de las hazañas bélicas. Un subterfugio permite conocer carnalmente a su amada antes de su muerte, sobre la que hoy especularía un médico: ¿apendicitis, el bazo, el hígado? El autor lo despacha con un dolor aparecido de repente en un costado que enseguida se muestra mortal, pero la agonía da lugar a cartas de despedida, testamento y oraciones. Los médicos (físicos en la novela y en la época), apenas tienen remedios para las heridas; la suerte resulta crucial en cada batalla, y Tirante se enfrenta a cientos de combates y sale victorioso de todos".