miércoles, 2 de mayo de 2012

Intocable

Una sucesión fantástica de teclas de piano al comienzo de la película me transmite ya una emoción difícil de describir y coloca mi sensibilidad en un estado más que propicio para la contemplación de cada escena con una tremenda atención. A veces, la suntuosidad de la vida del hombre tetrapléjico inmensamente rico comparada con la miseria del barrio del que proviene Driss me producía un disgusto seguramente estéril, aunque por otro lado toda la parte artística-cultural del entorno de Philippe me encantaba. A través de los ojos de Driss vamos contemplando la belleza de las cosas, el deseo que le invade cuando contempla a la hermosa Magalie, una pelirroja muy sugerente, de espléndidas curvas y mirada sensual, el cambio que se produce en él y en Philippe por su contacto mutuo, la vitalidad de ambos a medida que avanza la película. 
Lo que más me ha gustado es sin duda esta amistad que se produce entre los dos protagonistas de la historia, la complicidad, la necesidad mutua, la camaradería lograda al final de la historia.
El contraste entre la inmovilidad de Philippe y el baile fantástico de Driss, mostrando todo el poderío físico de éste, el viaje en parapente, algunos detalles culturales (citan una aliteración, habla Driss de "un verso alejandrino", salen huevos de Fabergé, y la música clásica que recorren en la velada del cumpleaños de Philippe es genial),  y la secuencia en la que la madre adoptiva de Driss vuelve agotada de un trabajo alienante como limpiadora mientras él y su hermano la esperan, hicieron que la película me produjese una gran impresión.

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