viernes, 7 de mayo de 2010

Feria del libro

El sábado1 de mayo visité la feria del libro de la ciudad. Mi impresión fue mala, sin paliativos: algunos autores más o menos populares, autores de libros no literarios en realidad, firmaban libros, mientras la gente deambulaba en busca de éxitos de ventas en las pocas librerías que me pareció que había presentes. La mayor parte de las casetas representaba a instituciones, como diputaciones, ayuntamientos, universidades, etc. frente a unas pocas librerías más o menos locales, alguna de las cuales abría sus puertas a unos pocos cientos de metros. ¿Entionces, cuál era la función de estar presentes en esa feria del libro?.
He vuelto sin embargo entre semana, ayer jueves a una hora en la que no había demasiada afluencia del público. La presencia de escritores era escasísima; viendo los anuncios de quienes habían estado en los días anteriores, observé que muchos no habían finalmente estado presentes; eché en falta la presecia de verdaderas figuras, de escritores consagrados, pero claro, deben escribir, no pueden visitar todas las ferias del libro del mundo; no harían otra cosa. Al elegir las casetas que iba a visitar ayer acerté de pleno, y es como si me hubiese sumergido en otra feria, en otro lugar: el de las editoriales pequeñas, las menos conocidas las que no tienen más remedio que apostar por una calidad literaria apta para pocos, para las que en realidad tiene sentido la feria, las que presentan volúmenes que apenas puedes encontrar en librerías; alguno de los cuales sabes de su existencia por los suplementos literarios de los periódicos, pero luego no se ven en los escaparates. He ahí el verdadero sentido de la feria. 
¡Ah,y al fin me compré un libro: Quemaduras, un libro de poemas de Jaques Ancet!.

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