viernes, 21 de mayo de 2010

Funcionarios

Mucha gente ha copiado el topicazo de "si nos bajan el 5% del sueldo trabajaré un 5% menos" o "Si me bajan el sueldo, consumiré menos, ahorraré en cosas en las que antes no lo hacía, como masajes o cafés o cañitas"; yo les digo: "Voy a consumir más", no siendo que la Economía se resienta y haya que amputar un poco más el sueldo, así es que me he lanzado a gastar, a disfrutar, a mover el dinero que en el fondo en la única solución para que todo vuelva a su cauce (al que volverá inexorablemente lo queramo o no). ¿Quién no ha visto imágenes de Irak tras la invasión, en la que un suicida o varios se hacían explotar en un mercado de Bagdag, que estaba no lleno, sino abarrotado de gente comerciando?, y eso en las peores circunstancias imaginables. ¿A qué van a dedicar su tiempo libre esas personas compulsivas que viven para compar? A ver si van a empezar a leer en las Bibliotecas públicas y nos las saturan, o peor, se contagian de alguno de los múltiples virus que contienen los libros muy usados (en el sentido físico o psicológico de "virus"). Es necesario gastar para poder tener entretenidas a determinadas personas y que no se sumen a la masa inteligente y cultivada: la de tiempo que se pierde leyendo la prensa, leyendo revistas científicas, escuchando música o acudiendo a una exposición. La de escrúpulos que hay que vencer para luego seguir viviendo y pensando igual... ¡Uf, qué cansancio!. Vamos a llegar al nivel de "Amanece que no es poco", a ser expertos en Faulkner o leer a Kierkegard...

jueves, 20 de mayo de 2010

Sueños

Hoy soñé que celebraba el nacimiento de nuestra hija con Moët-Chandon pulcramente servido en vasos de plástico blancos, y que brindábamos con abundante champagne antes de ir a trabajar. Un sueño surrealista como otro cualquiera, aunque en este caso podría llevarse a la práctica: tan sólo es necesario un poco de dinero para llevarlo a cabo. Eso sí, crearía un precedente importante y así, cualquiera que quiera celebrar algo tendrá que superar este listón tremendo o su celebración no valdrá para nada, será inmediatamene comparada con aquella del champagne en vasos blancos de plástico. 
 Estas ideas maximalistas a veces producen buenos resultados: por ejemplo, si un profesor pone muchos ejercicios, y continuamente dice que el problema es que los alumnos apenas trabajan, lo que deberían hacer estos estudiantes es realizar ejercicios a destajo durante unos días, tantos, que el profesor no haga otra cosa que corregirlos (y si no lo hace, apremiarlo constantemente para que lo haga); seguramente ese ritmo infernal de trabajo no será fácil de sostener...
Siempre he pensado que el egoísta inteligente debería actuar con máxima generosidad..., pero esta idea la desarrollaré otro día.



viernes, 7 de mayo de 2010

Feria del libro

El sábado1 de mayo visité la feria del libro de la ciudad. Mi impresión fue mala, sin paliativos: algunos autores más o menos populares, autores de libros no literarios en realidad, firmaban libros, mientras la gente deambulaba en busca de éxitos de ventas en las pocas librerías que me pareció que había presentes. La mayor parte de las casetas representaba a instituciones, como diputaciones, ayuntamientos, universidades, etc. frente a unas pocas librerías más o menos locales, alguna de las cuales abría sus puertas a unos pocos cientos de metros. ¿Entionces, cuál era la función de estar presentes en esa feria del libro?.
He vuelto sin embargo entre semana, ayer jueves a una hora en la que no había demasiada afluencia del público. La presencia de escritores era escasísima; viendo los anuncios de quienes habían estado en los días anteriores, observé que muchos no habían finalmente estado presentes; eché en falta la presecia de verdaderas figuras, de escritores consagrados, pero claro, deben escribir, no pueden visitar todas las ferias del libro del mundo; no harían otra cosa. Al elegir las casetas que iba a visitar ayer acerté de pleno, y es como si me hubiese sumergido en otra feria, en otro lugar: el de las editoriales pequeñas, las menos conocidas las que no tienen más remedio que apostar por una calidad literaria apta para pocos, para las que en realidad tiene sentido la feria, las que presentan volúmenes que apenas puedes encontrar en librerías; alguno de los cuales sabes de su existencia por los suplementos literarios de los periódicos, pero luego no se ven en los escaparates. He ahí el verdadero sentido de la feria. 
¡Ah,y al fin me compré un libro: Quemaduras, un libro de poemas de Jaques Ancet!.