viernes, 30 de enero de 2009

Sobre el pirateo

¿Quién no tiene en su ordenador algo ilegal, una copia pirata de algo?. Esto se ha convertido en un problema para los creadores, quizás no de forma directa, pero sí de forma indirecta. De forma directa, los creadores (habría que distinguir entre diversas artes, unos están más desprotegidos que otros) no suelen ser quienes obtienen los máximos beneficios, por ejemplo alguien me contaba hace poco que por regla general en los libros el editor suele cobrar un 30%, el distribuidor otro tanto, el librero otro tanto y el autor el 10% restante del precio de venta del libro. Así es que hay intermediarios o posibilitadores del arte, que salen más perjudicados con las copias ilegales, aunque a la postre, el que estos intermediarios se nieguen a producir una creación significa que la obra no se publicita (no se edita, no se graba, no se distribuye convenientemente). Sin embargo defiendo que ciertas obras copiadas ilegalmente llegan donde no llegarían las originales, revirtiendo así en la fama, la posibilidad de que el artista pueda sacar beneficios de otra forma (las actuaciones en directo en música, etc). Por ejemplo, estoy escuchando música que no escucharía nunca de no ser porque la he obtenido gratuitamente, veo películas que no podría haber ido a ver al cine, etc. Quizás el en futuro podré leer libros en formato electrónico que sólo obtendría de las bibliotecas públicas, sin necesidad de perder tiempo en el desplazamiento. Así que de forma moderada (siempre con un orden, sin abusar demasiado, sin coleccionar por coleccionar, sin distribuir demasiado lo que pirateo), estoy a favor de que todo tipo de cultura sea accesible de forma gratuita o mejor dicho semigratuíta. Entiendo que tiene que haber un canon en todo aparato susceptible de hacer copias o de reproducirlas. Otro tema es como se reparte luego ese canon. La otra posibilidad es que los propios autores cuelguen sus obras en páginas web desde dónde puedan descargarse de forma gratuita, soportadas por la publicidad atraída por el número de descargas que se realizan, aunque esta fórmula no parece gustarle mucho a los intermediarios...

lunes, 19 de enero de 2009

Leer poemas

No basta el intentarlo. Para abrir un libro de poemas hay que tener una predisposición especial, saber qué vas a encontrarte dentro, qué hermetismo, qué dificultad, qué belleza, cuál es tu estado de ánimo, cuál tu soledad, cuales tus posibilidades de disfrute. El abanico es muy amplio. Recomiendo a ser posible leer en voz alta, a ser posible también en el idioma original (aunque es muy recomendable tener una traducción al lado), y dejarse llevar por el sonido de nuestra propia voz, y releer, y no buscar nada en la primera lectura. Hace ya unos días que no leo poemas de nadie, y eso le resta ideas a mi vida, le resta romanticismo, le resta imaginación. Llevo varios años leyendo a Caballero Bonald, Somos el tiempo que nos queda, una antología poética, voluminosa, espléndida. Entre quienes leo y releo, Cavafis, Seamus Heaney, Fernando Pessoa, Raymond Carver, Baudelaire, Claudio Rodríguez, así a bote pronto. Cada uno de ellos puede alegrarme el día o la semana, o el mes. En cada uno de ellos encuentro inspiración, ideas, una voz o una presencia que me modifican el ánimo, que me perturban, que me hacen pensar mientras disfruto de un arte sublime, conceptual, lejos de la banalidad mundana que habita en la prensa, en la televisión, en las tertulias radiofónicas.