martes, 25 de noviembre de 2008

Libros pendientes de leer

Pesan los libros no leídos que esperan impolutos en sus baldas a que un día me decida a abrir sus páginas con delicadeza, como quien entra en sagrado. Es una delicia al mismo tiempo saberlos ahí esperando, como un bocado prometido en un banquete. Soy consciente de que algunos me defraudarán y de que otros me entusiasmarán más allá de lo que espero de ellos. Cuando termino alguno de los que estoy leyendo, a menudo me cuesta mucho elegir con cuál sustituirlo, suele depender de mi estado de ánimo, o de las ganas de lectura más o menos profunda que me asalten en ese momento. Una vez conocí a alguien que me contó que su hermano había calculado cuantos libros leía al año, y que dedicaba un tiempo al finalizar el año anterior a recolectar y almacenar exactamente aquellos libros que iba a leer (me supongo que los ordenaría si había llegado al punto de juntarlos todos pongamos que en una estantería); siempre se trataba de obras consagradas, no quería riesgos lectores (para mí es una de las aventuras más interesantes, la del riesgo en los libros). Reconozco que interviene el azar muchas más veces de las que creemos en la elección de un libro, el azar de una buena reseña, de un comentario superficial escuchado en cualquier parte, de una visita a una biblioteca, de una colocación en una estantería o en una mesa en el lugar exacto en el que se posan tus ojos.
Hay algunos libros que sin saber muy bien por qué los vas posponiendo, hasta que un buen día el peso se hace insoportable y los privilegias por encima de otros que tenías en mente. Alguno lo he dejado a propósito para cuando tuviera un momento dulce vital. Sin embargo son los libros los que nos dan el tono vital con más frecuencia, inopinadamente. Siempre hay uno de los libros que lees que se impone a los otros y nos envía todo el veneno o la miel que contiene en sus páginas, mezclado (como un reactivo) con tus pensamientos, tus ideas, tu cultura. Tengo una cierta urgencia ahora por leer las Memorias de Lorenzo da Ponte, libretista de Mozart y hombre muy famoso en su tiempo, aunque también me espera Los hombres que no amaban a las mujeres, que no hago más que ver en todas las librerías y que parece que lo quieren convertir en el Libro (con mayúsculas) de estas navidades. La lista de los libros que me esperan en las estanterías de casa es grande, ya la desgranaré otro día.

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