martes, 23 de septiembre de 2008

Literatura

Tenía una bomba de relojería en una de mis estanterías desde hace casi un año y no lo sospechaba. Bueno, en realidad sí que se me antojaba que podría dar el juego que está dando. Lo compré en Madrid en octubre de 2007 en La casa del Libro. El problema del pequeño destierro al que lo he sometido durante este tiempo es que tenía otras prioridades, seguramente por la moda, por el momento emocional, por el ajetreo que he tenido, en fin, que no acababa de encontrar el momento de ponerme a leerlo. Es una novela que leídas 50 páginas me hubiera gustado escribir: fragmentada, lenta, psicológica, profundamente erótica, difícil, no para cualquiera como rezaba aquella inscripción de El lobo estepario. El autor va siempre un poco más allá de lo que se espera, de lo que sería razonable, siempre sutil, equívoco a veces. Compensa el trabajo de dedicarle tiempo a cada página. Quizás el motivo de mi asombro ha sido lo inesperado o la profundidad del tema que trata, o el lenguaje íntimo y hermosamente literario, aunque se trate de una traducción hebrea. De hecho tenía en mi fuero interno alguna que otra predisposición ante un escritor hebreo para mí desconocido y tardé mucho tiempo en elegirlo en una mañana de domingo en la que quería comprarme un libro. El autor se llama David Grossman y el libro es La memoria de la piel.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Engaños fotográficos


Uno de los engaños más habituales en la prensa son las imágenes que yo llamo de transición, en la que durante un instante que normalmente es inapreciable para la vista, la continuidad de los gestos provoca algún gesto intermedio extraño, sin necesidad de trucaje. Estos gestos en rostros humanos, dada la cantidad de significados posibles, a veces muestran contradicciones con el carácter o con el discurso del sujeto fotografiado, y ahí está la noticia, independientemente de que sea falsa, pero siempre se alega que la persona en cuestión ha sido "pillada infraganti" y que prueba de ello mejor que la propia fotografía. Otras veces en vez del gesto es la situación: a veces puede parecer una pose cuando en realidad la situación es puramente circunstancial y los acompañantes o el fondo nada tienen que ver con la elección o con la realidad. Hoy al contemplar en la prensa una foto en la que aparentemente Carla Bruni esposa del presidente francés (vestida a lo Jacqueline Kennedy como ya hiciera en su visita a la reina de Inglaterra) posa frente a un nutrido grupo de cardenales durante la visita del Papa a Francia, me preguntaba sí era una foto deseada, o sólo permitida, o quizás fruto de la casualidad o de la habilidad del fotógrafo. El contraste es espectacular, no solo por el color, sino por la edad talluda de los príncipes de la Iglesia frente a la frescura en apariencia inocente de la otrora modelo. Da la sensación de que son ogros a punto de comerse a la protagonista del cuento. En realidad esta foto otorga un gran protagonismo a quien no sale en ella...

viernes, 12 de septiembre de 2008

Teatro

¿Cómo puede provocar tal cantidad de pensamientos una obra de teatro, despertar tantas inquietudes, trastornar, remover tantas conciencias?. Tan solo un par de personajes en "Seis clases de baile en seis semanas", Juanjo Artero y Lola Herrera son capaces en algo menos de dos horas de todo esto, con una ambientación magnífica, provocando una revisión constante de nuestra vida cotidiana, una revisión inteligente, un deseo de imitar movimientos, frases, pensamientos. A mí personalmente no me gustó el desenlace ni los minutos finales, en los que se acumularon varios tópicos, y sí mucho la parte inicial en la que se interpretaba de una forma muy personal el significado de distintos bailes, con diálogos sorprendentes y un lenguaje corporal muy trabajado, muy propio del teatro. Siempre he pensado que la mejor forma de adquirir ideas, de pensar más allá de lo que pensamos en la vida cotidiana, es asistir a comprobar el trabajo de otros en ese campo, o leer, o contemplar fotografías, pintura, escultura. Todo esto te hace sentir vivo, con ganas de hacer cosas, sentirte acompañado en medio de la soledad natural.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Libros

En casa tengo más libros sin leer que leídos. Esto me produce un poco de desasosiego a veces, pero las más de ellas me produce esperanza e ilusión, aunque sé que el ritmo de vida que llevo no me permitirá leer todo aquello que quisiera. Algunos son libros de consulta que raras veces son consultados, otros son libros de poemas en los que he hecho alguna que otra incursión, sin llegar a leerlos de forma sistemática. A veces pienso que me gustaría leer el Antiguo Testamento con calma, investigando procedencias y destinos y conexiones, otras creo que me gustaría leer una vez más El Quijote, o Los Miserables, o un tomo enorme sobre Felipe II de Manuel Fernández Álvarez, pero inmediatamente me da una pereza terrible y lo pospongo para otro momento, consciente del engaño. Parece esto una metáfora de la vida, de las grandes cuestiones que nos dan pereza y son desechadas nada más pasar por la cabeza su sola sombra.
La verdad es que tengo muchos libros, muchos proyectos de lectura, muchos leídos y olvidados, otros recordados vagamente, otros venerados, y que si me pongo a pensar en cuándo los leí, con ellos presentes empiezo a recordar situaciones de esa época y sobre todo sensaciones (muchas de ellas seguramente ya falsas, acomodadas por el pensamiento y el olvido). Por ejemplo recuerdo claramente cuando leí el primer libro que cayó en mis manos de Saramago, hace unos 16 años, cuando apenas nadie le conocía: Memorial del Convento, un libro sacado de una biblioteca pública de un pueblo lejano en un momento de soledad y de cambio, y la magia que encontré en él. Este libro me abrió la puerta a toda la novela de este escritor portugués que luego sería premio nobel con el tiempo. Sobre él escribiré otro día.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Shalimar el payaso


Cada novedad de Salman Rushdie es un acontecimiento literario para los sentidos, un enorme campo de aprendizaje de las emociones, sentimientos, actos, causas y consecuencias. Esta novela que terminé de leer anoche es compleja, densa, fantástica, llena de poesía, diferente y difícil y erudita y asequible al mismo tiempo. Revela documentación y trabajo, inspiración conocimiento profundo de determinadas naturalezas: terroristas, millonarios, almas perseguidas por la conciencia, magia, conflicto, la historia al servicio de la narración descarnada.
Ha sido una lectura lenta, de casi todo el verano, a poquitos, cuando encontraba un hueco de tranquilidad y concentración, cosa cada vez más complicada. Apenas he hablado con nadie de este libro, apenas conozco a nadie que haya leído a este autor, maldito entre los malditos desde los Versículos Satánicos que no he leído, aunque sí Hijos de la Media Noche, y Furia, y El Último Suspiro del Moro, todas ellas fantásticas, todas ellas impregnadas del conocimiento del ser humano, de la India incógnita, llenas de detalles inteligentes y muy acabadas, muy completas, muy literarias. Lástima no leerlas en inglés. Me quedo con el concepto de las redes invisibles del mundo, con la poética del amor-muerte, con la resignación, la perseverancia y la búsqueda de lo imposible.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Noche solitaria

Es un tema recurrente, cada vez que se hace algo extraordinario entre semana, comparar la noche con el día o con noches de fin de semana donde el consenso un poco idiota dice que hay que lanzarse a la calle para disfrutar lo que nos negamos entre semana en un acuerdo tácito para poder trabajar y descansar. Anoche estaba todo el barrio de las Delicias durmiendo con las ventanas abiertas por el calor, tan sólo algunas parejas despidiéndose en coches aparcados en doble fila; apenas nadie paseando. Luego el silencio. Algo de inseguridad, la tranquilidad conseguida por la civilización, el invento de la policía que nos protege a los débiles, la educación. Por caminar solo en la noche, volviendo a casa tras una velada extraordinaria y agradable, te conviertes en sospechoso mientras sales de tu mundo diurno, lleno de lugares conocidos, de seguridades aparentes, de cotidianeidad. ¿Cuántos mundos diferentes, cuántas noches, cuan largas cuando no hay cama para dormir ni nadie que te espere o que te eche en falta a la mañana siguiente?. Cada vez veo que es más importante esa compañía, esa pareja que nos proporciona la ilusión de no estar solos en el mundo, que nos permite engañar el transcurso vital con muchos pequeños momentos preciosos, inestimables, irrepetibles, que nos devuelve al mundo conocido cada vez que por azar nos asomamos a las tinieblas de una noche solitaria. Qué desasosiego cuando se aleja mentalmente de uno, cuando esa comunión cotidiana desaparece.