martes, 27 de mayo de 2008

Retazos de la naturaleza

Según venía caminando hacia el trabajo esta mañana fresca de primavera, con charcos en el suelo y olor a plantas húmedas, me ha dado por pensar y observar en el contraste entre las torres de pisos de ladrillo, el asfalto por donde pasan cada día miles de vehículos, y el pequeño parque que he atravesado, voluntariamente para llegar a mi lugar de trabajo. Ese parque pequeño, es como un oasis en medio de un desierto donde todo lo natural está ausente. Al salir del parque he mirado al cielo para contemplar a una cigüeña que llevaba en su pico una enorme rama para construir o consolidar su nido, esquivando los altos edificios, como un vestigio de un pasado ya remoto. No queremos mirar sin embargo la cantidad grande de gatos muertos por los coches en las calles, ni la ausencia de cantos de pájaros, ni el olor tan desagradable a ciudad que oculta las esencias de las plantas del campo, no tan lejano en esta ciudad no demasiado grande. Los cientos de miles de años de evolución que han dado lugar a mi persona añoran esa vida campestre, en plena naturaleza, sobre todo ahora, en primavera, cuando el frío ya no es tan intenso. ¿Dónde están las estrellas?, ¿cuándo podemos contemplarlas?.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Aves de Paso

A raíz de un encuentro hace un par de días con una antigua compañera de trabajo y de viaje he empezado a pensar en que cada año conocemos gente distinta con la que convivimos e intercambiamos ideas, pareceres, gustos culturales, conversaciones, etc. Es curioso, pero hay personas que no dejan apenas huella, y de las que cuesta incluso acordarse del nombre; por contra hay otras que aportan gran cantidad de ideas, en forma de autores, libros, discos, formas de actuar, ideas educativas, o simplemente conversación, y de las que nos acordamos durante años o toda la vida. A veces basta un regalo o una complicidad, o unas confidencias. A estas personas puedes estar un montón de tiempo sin verlas por el azar vital que cada uno lleva consigo, pero si te encuentras con ellas se restablece casi la misma complicidad que hubo antaño. La pregunta es obvia: ¿qué se puede hacer para acordarse de alguien que te ha dejado buena impresión?. La respuesta es NADA. Todo lo que acontece tiene que surgir sin premeditación. Eso es al menos lo que piensa un optimista y romántico como yo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Orden

Siempre me ha obsesionado la idea de orden y organización del entorno e incluso del universo, pero no del orden en el sentido clásico de tenerlo todo colocado, sino en un sentido algo más metafísico, partiendo de la idea de que cada día, en cada uno de nuestros actos generalmente desordenamos un montón de cosas incluso aunque queramos evitarlo: creamos basura, interrumpimos montones de procesos naturales, interferimos en el desarrollo de ecosistemas, ensuciamos, desorganizamos el espacio. Sería un buen objetivo en la vida irnos con más orden del que había cuando llegamos. Hay más ideas de orden o de desorden: en países menos desarrollados, llama la atención la suciedad, la desorganización del espacio, los edificios en ruinas o en mal estado. En países más desarrollados, da la sensación de que están mejor acabados, más terminados: todo reluciente, las casas arregladas por dentro y por fuera, sin basura a la vista, sin pintadas en los edificios, todo coordinado. Este es el cambio de aspecto fundamental que ha experimentado nuestro país en los últimos 30 años, la educación necesaria para un cierto orden. Me refiero a educación global, y a un orden un poco particular, pero orden al fin y al cabo. Aún así, el desastre de automóviles enormes aglutinados en hora punta, cada uno con un solo ocupante, las fábricas que aprovechan cualquier lluvia o niebla para soltar lastre residual, las explanadas semiurbanas aún no construidas nos siguen provocando sensación de desorden galopante. Habría que pensar un poco en esto.

lunes, 5 de mayo de 2008

Aspecto

Hemos desarrollado en nuestra sociedad el arte del disfraz en la vida cotidiana, como forma de escondernos, no sé si de nuestros miedos más ancestrales, o de la opinión de los demás, esa que decimos siempre que no nos importa, pero a la que va dirigido nuestro atuendo diario. Desde lo que la mayoría consideramos un disfraz imitador de no se sabe qué de nuestros adolescentes cuando desaforadamente pululan por las calles y los antros los sábados por la tarde, hasta la persona mayor disfrazada de deportista, pasando por todo tipo de señores trajeados para su oficio, que nada más llegar a casa o al fin de semana se convierten en chandaleros. La verdad es que no debe ser por comodidad que vestimos así, porque al llegar a casa, la mayoría de nosotros sí que nos ponemos cómodos, y en vacaciones también cambiamos nuestro estilo de vestir por algo cómodo, adaptado al lugar (?) y a las circunstancias. En fin, que considero que todos nos disfrazamos un poco, y nos molestamos o nos enorgullecemos cuando alguien denuesta o alaba nuestra indumentaria, que hemos elegido con dinero y poco esfuerzo las más de las veces.