miércoles, 19 de diciembre de 2007

Los placeres efímeros

Leía el otro día un artículo de Javier Marías en el que venía a quejarse amargamente del consumismo acelerado del mercado de libros, en el que un ejemplar que tuviese más de un mes de antigüedad en las librerías era ya pasado y no tardaría en desaparecer de allí, salvo casos muy contados. Pasa lo mismo, aunque mucho más rápido con el cine, pero por motivos distintos (las copias en DVD también dan sus buenos dividendos y hay que sacarlas pronto). En el caso de los libros parece más el volumen editorial que existe, la presión de las novedades, que ese otro tema de piratería. La verdad es que no da tiempo a leer todo lo que parece interesante que es lo que la publicidad te vende como tal y hay que esforzarse en sobremanera para elegir bien un libro. Todo acaba por ser consumo, pero merece la pena detenerse en otro tipo de lecturas que ya han pasado el filtro de la permanencia en los escaparates como novedades, investigar en bibliotecas, descubrir que hay mucha calidad en escritores que pasaron a la historia. Al final en medio de cualquier desastre (¿quien no ha tenido ninguno?) vital queda como tabla de salvación la cultura: escuchar buena música, leer un poema o una historia que te transporte a otro lugar y tiempo, identificarte con algún personaje, poder disfrutar con conocimiento de causa de un buen plano en una película, o conseguir expresar tus inquietudes en un foro de tu elección.

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