jueves, 7 de junio de 2007

Llega el calor

Sin apenas darnos cuenta, en una transición suave, hemos pasado a salir de casa en manga corta por las mañanas. Cambia el paisaje humano, las tiendas por la tarde hierven de gente que busca una prenda diferente para ponerse, eso los que no han sido previsores, pues ahora la moda se anticipa casi tanto en los comercios como en las pasarelas, y cuando en realidad llega el momento de ponerte al día en cuanto a ropa se refiere, no encuentras apenas nada, pues todo el género está arrasado y sólo quedan tallas que no se venden por extremas, o colores o modelos que la gente no ha querido adquirir, bien por su precio (las menos veces), bien por su estética.
A mí el dilema se me planteó hace un par de días, cuando saqué la ropa del tiempo cálido, los polos, los pantalones claros y ligeros (todavía me resisto a sacar las sandalias, hasta el cuarenta de mayo al menos): cuáles estaban en condiciones de ser usados, y cuales serían condenados al ostracismo. No son siempre los más antiguos lo que antes desechas, algunas prendas tienen un magnetismo especial o un significado especial, que te hace que año tras año los vayas usando. Sin embargo, no me decido a comprarme nada, seguro como estoy de que a lo largo del verano irán cayendo cosas, como sin proponérmelo.

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