martes, 24 de abril de 2007

Primavera

Pura naturaleza, verde, acuosa, resplandeciente. Hemos subido montañas, vadeado ríos, sesteado en prados de hierba y flores, una especie de huida de la ciudad, del ruido de coches, de la contaminación, de los semáforos, de la vista uniforme con velo gris que empaña los edificios. Parece que uno vuelve con ánimos renovados tras ese contacto con la naturaleza tan espectacular. Luego pensando, veo que eso que buscamos desesperadamente los fines de semana para alejarnos del trabajo, de las rutinas, de las sensaciones diarias, está ahí, a tiro de piedra, a unos pocos kilómetros. Pero somos incapaces de verlo, de disfrutarlo, de liberarnos de las ataduras de cada día. Te das cuenta de que cargas la importancia de las cosas en aquello que no debieras, de que todo es demasiado falso, tal vez imitativo, y de que no te satisface en absoluto. O quizás todo esto es sólo un pensamiento utópico, y si todos los días pudiéramos disfrutar de lo que hemos disfrutado este fin de semana, nos acabaríamos hartando de ello, y lo encontraríamos vacuo y banal. ¿Quien sabe?.

jueves, 12 de abril de 2007

Publicidad

Igual que durante las procesiones de Semana Santa se me ocurrió la idea (sin duda sacrílega) de que los cofrades podrían llevar publicidad en sus hábitos para no desentonar con el mundo moderno, y así de paso, amén de ser atracciones turísticas, convertirse en una buena fuente de ingresos, hoy al ver un coche llenito de publicidad, he pensado en la cantidad de espacios que se derperdician en no poner publicidad en todos los vehículos, eso si aceptamos que en este mundo supercapitalista en que vivimos todo lo que se mueve tiene que ver con el comercio. Ahí se vería el carácter o la seriedad de la gente en qué publicidad tendría en su coche. Pero también esto me ha hecho reflexionar en si todo se puede comprar o vender, o aún quedan otras cosas digamos espirituales o éticas que nos impiden que esto sea así. Y de quedarnos algo, este algo aumenta o disminuye según pasa el tiempo. No puedo responder así a bote pronto.

miércoles, 11 de abril de 2007

Berlín

Llena de costuras, pintoresca en el sentido más azaroso del término, plagada de historia, es una ciudad que se contempla bien sabiendo lo que allí ha pasado en los últimos 75 años. Se debate entre el olvido y el recuerdo, entre el turismo y la vida cotidiana. Como turista iba buscando recuerdos del horror, lugares concretos, retazos del cambio, y me he encontrado con al menos tres ciudades: una hipermoderna, un lugar del futuro como es Postdamer Platz, con espacios abiertos, lejos del abigarramiento que esperaba en una gran urbe; otra perteneciente al planeta americano, llena de sitios de comida rápida, de olores a chiringuito, de tiendas de medio pelo, y finalmente otra ciudad que está saliendo de las sombras, de la uniformidad de los años de dictadura comunista, con la ventaja de haber conservado en su seno museos, barrios, tranvías, quizás lo más parecido a lo que fue el Berlín de antes de la guerra. Nos faltó la noche, aunque la mayor parte de la ciudad se paraliza de noche.