miércoles, 28 de marzo de 2007

Mañana de primavera

Se escapa el calor por la ventana abierta de un dormitorio de una casa gris en un barrio cualquiera de la ciudad gris. A través de algunas ventanas se observa la cama deshecha, el edredón abierto; por otras se observa el salón, con el periódico de ayer encima de la mesa, ya devaluado, ya leído, ya usado. En otros es la televisión matinal, tan tonta siempre y más a esas horas, llenas de sabelotodos tertulianos enrocados, dando sentido y continuidad a vidas más grises aún que las casas. Paseo respirando el aire fresco de la mañana, agradecido a mi nueva vida, a las pequeñas alegrías que me depara cada día, al tiempo mágico de lecto-escritura que he encontrado en casa antes de venir a trabajar. Pura magia para que el día esté un poco más completo, pase lo que pase, esperando que ese comienzo íntimo y fulgurante al mismo tiempo sirva para disfrutar cada minuto con la máxima intensidad. Música, belleza, ejercicio, cariño, amor, completarán sin duda el día.